La oficina de farmacia,  se había centrado casi única y exclusivamente en el medicamento y en garantizar una relación saludable con los clientes/pacientes y con sus fármacos.

Esto no está mal, ya que se establece una relación de proximidad con nuestro despacho y una buena relación e imagen hacia los pacientes gracias a nuestras experiencia y buen hacer.

Aunque si sólo nos manejamos en un único escenario de terapeuta, estamos perdiendo otras muchas oportunidades que no deberíamos desaprovechar.

La farmacia actual tiene que centrar sus esfuerzos en ser percibida por el cliente/paciente como un centro donde se vende salud, sanitario y que mejore la calidad de vida de las personas.

Por ello,  cuando un paciente entra en nuestro despacho, tiene que observar una farmacia moderna y funcional que debe estar orientada al Consejo profesional, dejando a parte informaciones promocionales y publicitarias.

El Consejo farmacéutico profesional, es un procedimiento que vincula, se preocupa y asiste; es personalizado y por encima de todo traslada el mejor propósito al cliente/paciente, que es que sientan que estamos a su servicio de manera desinteresada.

¿Cómo interiorizar este procedimiento de acción en nuestras farmacias y trato al paciente?

Eliminando la idea de que estamos ahí para vender productos.

Nuestro objetivo es ofrecer soluciones, con servicios o productos que ayudarán a mejorar la calidad de de vida de los clientes/pacientes de nuestras farmacias, y aquí está la clave del éxito, anticiparse a sus necesidades.